Una faceta de la Mujer PRO tiene que ver con cómo PROpone las cosas, como negocia, como hace peticiones y como poner límites.
Decir no y poner límites a los demás es una asignatura pendiente para muchas personas y especialmente para las mujeres. Es una habilidad básica que bien gestionada facilita las relaciones con los demás, te permite disponer de tiempo para las cosas que te interesan y te da autonomía.
¿A qué me refiero cuando hablo de poner límites?
- Decir que no cuando alguien te pide algo que no te apetece.
- Decir de forma clara a alguien que no piensas igual y que estás en tu derecho de actuar y pensar como tú quieras.
- Interrumpir a una persona que te está hablando de cosas que no te interesan.
- Decir no a algo para lo que no te sientes preparada o no es tu responsabilidad.
En este post quiero hablarte de 3 frenos muy comunes sobre todo entre las mujeres.
- Freno 1. Pensar que “si pongo límites a la otra persona, ésta me va a rechazar”.
- Freno 2. Dificultad para detectar faltas de respeto.
- Freno 3. Tolerar o callar ante una falta de respeto.
¡Vamos a por ello!
Freno 1. Creencias limitantes
Desde bien pequeñas nos han enseñado que es de niñas bien tener en cuenta las necesidades de los demás y complacer a los demás y que lo contrario es de niñas egoístas.
Poner límites implica poner primero el foco en una misma, tener presentes tus valores, intereses y necesidades y priorizarlos frente a los demás. Aprender a poner límites, necesariamente pasa por aprender a ser egoísta.
Ante la oportunidad de poner un límite, automáticamente aparece el miedo a ser rechazada o a generar un conflicto o a quedarte sola o a ser juzgada como egoísta.
No hagamos caso a todo lo que nos dice nuestra mente reactiva, porque precisamente suele ocurrir todo lo contrario. Te propongo un sencillo ejercicio:
- Piensa en una persona que no sabe decir que no y nunca pone límites ¿Qué opinión te merece esa persona? ¿Cómo es la relación que tienes con ella? ¿Es una persona a la que respetas o más bien te da pena?
- Ahora piensa en una persona que sabe poner límites claros y defiende sus necesidades. ¿Qué opinión te merece esa persona? ¿Cómo es la relación que tienes con ella? ¿Es una persona a la que respetas o más bien te da pena?
Parece magia, pero te aseguro que funciona:
Si tú te respetas y respetas tus límites, los demás también lo harán.
A veces etiquetamos por error de egoístas comportamientos que son más propios de autocuidado. Ya sabes que para ser respetada por los demás, primero debes escucharte, cuidarte y respetarte tú.
Freno 2. Ni me entero
Hay faltas de respeto que son evidentes para casi todo el mundo. Por ejemplo, cuando se traspasan los límites físicos: alguien te toca, golpea o te ataca físicamente. Otros ejemplos son faltas de educación o malos modales: alguien te insulta, te grita, usa lenguaje humillante. Pero los límites emocionales no son tan claros o evidentes.
Para detectar faltas de respeto, antes debo de tenerlas identificadas como tal porque si no para mi cerebro simplemente ¡aún no existen! Es decir, primero debemos reflexionar nosotras mismas cuales son nuestros límites. Sólo entonces estaremos preparadas para detectar faltas de respeto en el comportamiento de los demás.
Pero hay un problema adicional: nos hemos acostumbrado a determinadas formas de hacer y, por eso, ni notamos que nos están faltando al respeto. Y los estereotipos de género no han ayudado precisamente mucho en este sentido.
Te facilito una serie de pistas para detectar faltas de respeto:
- Ante el reparto de responsabilidades. Alguien subestima tu trabajo, te ignora como si tu no fueras importante, hay un reparto poco equilibrado en cuanto a cantidad o tipo de actividad (por ejemplo, quien hace las tareas “domésticas” de la oficina).
- Ante diferencias de opinión. La otra persona te juzga por lo que piensas, te interrumpe cuando hablas, no te deja expresar tu opinión, da poca importancia a lo que opinas, infravalora tu opinión o tu persona.
- Acerca de tu persona. Alguien no reconoce tus logros, no le da importancia a lo que haces, te critica constantemente, te desautoriza delante de los demás, se ríe de ti no contigo, te ridiculiza, te hace perder el tiempo, …
Lo más importante es que aclares lo que quieres hacer, lo que no quieres hacer, lo que podrías pasar en función de las circunstancias y dónde están tus límites, qué trato quieres recibir y cuál no. Necesitas conocerte bien: tus gustos, valores y tus prioridades.
Mucho cuidado con esos automatismos de nuestra mente reactiva que rápidamente sale a decirnos: “no pasa nada”, “a mí no me importa”, “yo esto no lo necesito”, “tampoco me molesta tanto”, … Ojo que quien está hablando es nuestro miedo a ser rechazadas o a generar conflictos no deseados.
Freno 3. Me callo o simplemente cedo.
Ante una falta de respeto hay 3 reacciones:
- Por exceso: nos defendemos enfadándonos, gritando, insultando, … respondemos con el mismo tono en el que hemos sido atacados.
- Asertiva: hacemos que la otra persona respete el límite sobrepasado.
- Por defecto: no reaccionamos de ninguna manera, seguramente nos estamos autoconvenciendo de que realmente no ha pasado nada. (Más frecuente entre las mujeres)
Si ante una situación desagradable (te han dicho una palabra, un gesto poco apropiado…) cedemos y no decimos como nos sentimos, no nos estaremos respetando a nosotras mismas.
Seguramente, nos traguemos nuestras emociones y poco a poco nos terminemos insensibilizando más si cabe.
Cedemos, callamos, toleramos, aguantamos, …
Si no sabemos respetarnos a nosotras mismas, no nos respetaran.
Nadie rebasará nuestros límites si nosotras no lo permitimos.
Descubrir nuestro límite es nuestra lección. Si no sabes dónde está ese límite debes investigar para poder informar a la otra que lo está rebasando.
Te propongo una sencilla herramienta de 4 pasos:
- Paso 1. Para y siente. Escucha a tu cuerpo, permítete sentir esa sensación desagradable y localiza donde la sientes.
- Paso 2. Identifica el disparador que te ha provocado el dolor interior, puede ser una palabra, un gesto, una situación, …
- Paso 3. Analiza la razón del dolor. Quizá te conecta con algo vivido con otra persona o con la misma, pero en otras circunstancias.
- Paso 4. Piensa en como reparar la situación. Quizá necesitas expresarte o una disculpa de la otra persona o una acción más determinante
- Paso 5. Mensaje YO. Primero expresa como te sientes, segundo porque te sientes así y tercero la solución que has pensado.
Sencillo, pero como todo requiere de práctica. Empieza poco a poco y vete incorporando pasos conforme te sientas más cómoda.
Espero haberte ayudado a entender mejor algunos de los obstáculos que nos impiden poner límites y te lleves alguna idea de lo que puedes hacer la próxima vez que te encuentres en una situación en la que necesites poner límites.
Hemos visto una habilidad de la faceta de PROponer, una de las 6 facetas de la Mujer PROTM.
Si quieres conocer Cuánto de Mujer PRO hay en ti y descargarte tu informe personalizado y una clase con tips para potenciar tu Mujer PRO totalmente gratis pincha AQUÍ.
Si te ha parecido útil el artículo y crees que puede ser de ayuda a otras personas compártelo.
Me encantará leer tu reflexiones y comentarios.